LA BENDICIÓN DE NUESTRO PADRE PARA EL NUEVO AÑO

El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te conceda la paz.

viernes, 28 de marzo de 2014

Lectio Divina: 4º Domingo de Cuaresma (A) | EL SITIO WEB OFICIAL DE LOS CARMELITAS

Lectio Divina: 4º Domingo de Cuaresma (A) | EL SITIO WEB OFICIAL DE LOS CARMELITAS

LECTIO DIVINA: 4º DOMINGO DE CUARESMA (A)

Lectio: 

Domingo, 30 Marzo, 2014  

Un ciego encuentra la luz
Los ojos se abren conviviendo con Jesús
Juan 9,1-41 

1. Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

2. Lectura

a) Clave de lectura:

El texto del evangelio de este cuarto domingo de cuaresma nos invita a meditar la historia de la curación de un ciego de nacimiento. Es un texto reducido, pero muy vivo. Tenemos aquí un ejemplo concreto de cómo el Cuarto Evangelio revela el sentido profundo escondido en los hechos de la vida de Jesús. La historia de la curación del ciego nos ayuda a abrir los ojos sobre la imagen de Jesús que cada uno lleva consigo. Muchas veces, en nuestra cabeza, hay un Jesús que parece un rey glorioso, ¡distante de la vida del pueblo! En los Evangelios, Jesús aparece como un Siervo de los pobres, amigo de pecadores. La imagen del Mesías-Rey, que tenían en la mente los fariseos les impedía reconocer en Jesús el Mesías-Siervo. Durante la lectura, tratemos de prestar atención a dos cosas: (i) el modo expedito y libre con el que el ciego reacciona ante las provocaciones de las autoridades, y (ii) el modo en el que el mismo, el ciego, abre los ojos con respecto a Jesús.

b) Una división del texto para ayudarnos en la lectura:

Juan 9,1-5: La ceguera ante el mal que existe en el mundo
Juan 9,6-7: El signo del "Enviado de Dios" que provocará diversas reacciones
Juan 9,8-13: La reacción de los vecinos
Juan 9,14-17: La reacción de los fariseos
Juan 9,18-23: La reacción de los padres
Juan 9,24-34: La sentencia final de los fariseos
Juan 9,35-38: La conducta final del ciego de nacimiento
Juan 9,39-41: Una reflexión conclusiva

c) Texto:

1 Vio, al pasar, a un hombre ciego de nacimiento. 2 Y le preguntaron sus discípulos: «Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?» 3 Respondió Jesús: «Ni él pecó ni sus padres; es para que se manifiesten en él las obras de Dios. 4 «Tenemos que trabajar en las obras del que me ha enviado mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. 5 Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo.»

6 Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, y untó con el barro los ojos del ciego 7 y le dijo: «Vete, lávate en la piscina de Siloé» (que quiere decir Enviado). Él fue, se lavó y volvió ya viendo.

8 Los vecinos y los que solían verle antes, pues era mendigo, decían: «¿No es éste el que se sentaba para mendigar?» 9 Unos decían: «Es él». «No, decían otros, sino que es uno que se le parece.» Pero él decía: «Soy yo.» 10 Le dijeron entonces: «¿Cómo, pues, se te han abierto los ojos?» 11 Él respondió: «Ese hombre que se llama Jesús, hizo barro, me untó los ojos y me dijo: `Vete a Siloé y lávate.' Yo fui, me lavé y vi.» 12 Ellos le dijeron: «¿Dónde está ése?» Él respondió: «No lo sé.» 13 Lo llevan a los fariseos al que antes era ciego.

14 Era sábado el día en que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. 15 Los fariseos a su vez le preguntaron cómo había recobrado la vista. Él les dijo: «Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo.» 16 Algunos fariseos decían: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.» Otros decían: «Pero, ¿cómo puede un pecador realizar semejantes signos?» Y había disensión entre ellos. 17 Entonces le dicen otra vez al ciego: «¿Y tú qué dices de él, ya que te ha abierto los ojos?» Él respondió: «Que es un profeta.»

18 No creyeron los judíos que aquel hombre hubiera sido ciego, hasta que llamaron a los padres del que había recobrado la vista 19 y les preguntaron: «¿Es éste vuestro hijo, el que decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?» 20 Sus padres respondieron: «Nosotros sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego. 21 Pero, cómo ve ahora, no lo sabemos; ni quién le ha abierto los ojos, eso nosotros no lo sabemos. Preguntadle; edad tiene; puede hablar de sí mismo.» 22 Sus padres decían esto por miedo a los judíos, pues los judíos se habían puesto ya de acuerdo en que, si alguno le reconocía como Cristo, quedara excluido de la sinagoga. 23 Por eso dijeron sus padres: «Edad tiene; preguntádselo a él.»

24 Llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: «Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.» 25 Les respondió: «Si es un pecador, no lo sé. Sólo sé una cosa: que era ciego y ahora veo.» 26 Le dijeron entonces: «¿Qué hizo contigo? ¿Cómo te abrió los ojos?» 27 Él replicó: «Os lo he dicho ya, y no me habéis escuchado. ¿Por qué queréis oírlo otra vez? ¿Es qué queréis también vosotros haceros discípulos suyos?» 28 Ellos le llenaron de injurias y le dijeron: «Tú eres discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés. 29 Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios; pero ése no sabemos de dónde es.» 30 El hombre les respondió: «Eso es lo extraño: que vosotros no sepáis de dónde es y que me haya abierto a mí los ojos. 31 Sabemos que Dios no escucha a los pecadores; mas, si uno es religioso y cumple su voluntad, a ése le escucha.32 Jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento. 33 Si éste no viniera de Dios, no podría hacer nada.» 34 Ellos le respondieron: «Has nacido todo entero en pecado ¿y nos das lecciones a nosotros?» Y le echaron fuera.

35 Jesús se enteró de que le habían echado fuera y, encontrándose con él, le dijo: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?» 36 Él respondió: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?» 37 Jesús le dijo: «Le has visto; el que está hablando contigo, ése es». 38 Él entonces dijo: «Creo, Señor.» Y se postró ante él.

39 Y dijo Jesús: «Para un juicio he venido a este mundo: para que los que no ven, vean; y los que ven, se vuelvan ciegos.» 40 Algunos fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: «¿Es que también nosotros somos ciegos?» 41 Jesús les respondió: «Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero, como decís: `Vemos', vuestro pecado permanece.»

3. Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

4. Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.

a) ¿Qué parte del texto me ha llamado más la atención? ¿Por qué?

b) Dice el refrán popular: ¡No hay peor ciego que el que no quiere ver!¿Cómo aparece esto en la conversación entre el ciego y los fariseos?

c) ¿Cuáles son los títulos que Jesús recibe en el texto?¿De quién los recibe? ¿Qué significan?

d) ¿Cuál es el título que más me atrae? ¿Por qué? O sea, ¿cuál es la imagen de Jesús que yo tengo en la cabeza y que llevo en el corazón? ¿De dónde me viene esta imagen?

5. Para aquéllos que desean profundizar más aun en el texto

a) Contexto en el que fue escrito el Evangelio de Juan:

Meditando la historia de la curación del ciego, es bueno recordar el contexto de las comunidades cristianas en Asia Menor hacia finales del siglo primero, para las cuáles fue escrito el Evangelio de Juan y que se identificaban con el ciego y con su curación. Ellas mismas, a causa de una visión legalista de la ley de Dios, eran ciegas de nacimiento. Pero, como sucedió para el ciego, también ellas consiguieron ver la presencia de Dios en la persona de Jesús de Nazaret y se convirtieron. ¡Fue un proceso doloroso! En la descripción de las etapas y de los conflictos de la curación del ciego, el autor del Cuarto Evangelio evoca el recorrido espiritual de la comunidades, desde la obscuridad hasta la plena luz de la fe iluminada por Cristo

b) Comentario del texto:

Juan 9, 1-5: La ceguera ante el mal que exite en el mundo

Viendo al ciego los discípulos preguntan: "Rabbí ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?" En aquella época, un defecto físico o una enfermedad era considerada un castigo de Dios. Asociar los defectos físicos al pecado era un modo con el cual los sacerdotes de la Antigua Alianza mantenían su poder sobre la conciencia del pueblo. Jesús ayuda a corregir sus ideas: "Ni él pecó ni sus padres, es para que se manifiesten en él las obras de Dios". Obras de Dios o lo que es lo mismo Signos de Dios. Por tanto, lo que era en aquella época signo de ausencia de Dios, será signo de su presencia luminosa en medio de nosotros. Jesús dice: "Tenemos que trabajar en las obras del que me ha enviado mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo". El Día de los signos comienza a manifestarse cuando Jesús, "el tercer día" (Jn 2,1), realiza "el primer signo" en Caná (Jn 2,11). Pero el Día está por terminar. La noche está por llegar, porque estamos ya en el "séptimo día", el sábado, y la curación del ciego es el sexto signo (Jn 9,14). La Noche es la muerte de Jesús. El séptimo signo será la victoria sobre la muerte en la resurrección de Lázaro (Jn 11). En el evangelio de Juan hay sólo siete signos, milagros, que anuncian el gran signo que es la Muerte y la Resurrección de Jesús.

Juan 9,6-7. El signo de "Enviado de Jesús" que produce diversas reacciones

Jesús escupe en la tierra, hace fango con la saliva, unta el fango sobre los ojos del ciego y le pide que se lave en la piscina de Siloé. El hombre va y vuelve curado. ¡Este es el signo! Juan comenta diciendo que Siloé significa enviado. Jesús es el Enviado del Padre que realiza las obras de Dios, los signos del Padre. El signo de este "envío" es que el ciego comienza a ver.

Juan 9,8-13: La primera reacción: la de los vecinos

El ciego es muy conocido. Los vecinos quedan dudosos: "¿Será ciertamente él? Y se preguntan: ¿Cómo, pues, se le han abierto los ojos? Aquel, que primero era ciego, atestigua: "Ese Hombre que se llama Jesús me ha abierto los ojos". El fundamento de la fe en Jesús es aceptar que Él es un ser humano como nosotros. Los vecinos se preguntan: "¿Dónde está?" – "No lo sé". Ellos no quedan satisfechos con la respuesta del ciego, y para aclarar el asunto, llevan al hombre ante los fariseos, las autoridades religiosas.

Juan 9, 14-17: La segunda reacción: la de los fariseos

Aquel día era un sábado y el día de sábado estaba prohibido curar. Interrogado por los fariseos, el hombre vuelve de nuevo a contarlo todo. Algunos fariseos, ciegos en su observancia por la ley, comentan: "¡Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado!". Y no estaban dispuestos a admitir que Jesús pudiese ser un signo de Dios, porque curaba al ciego en sábado. Pero otros fariseos, interpelados por el signo, responden: "¿Cómo puede un pecador realizar semejantes signos?" ¡Y había disensión entre ellos! Y preguntaron al ciego: "¿Y tú qué dices de él, ya que te ha abierto los ojos?" Y él ofrece su testimonio: "¡Es un Profeta!"

Juan 9, 18-23: La tercera reacción: la de los padres

Los fariseos, llamados ahora judíos, no creían que hubiese sido ciego. Pensaban que se tratase de un engaño. Por esto mandaron llamar a los padres y le preguntaron: "¿Es éste vuestro hijo de quien vosotros decís que nació ciego?¿Cómo, pues, ve ahora?" Con mucha cautela los padres respondieron: "Nosotros sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; pero, cómo ve ahora, no lo sabemos, ni quien le ha abierto los ojos, eso nosotros no lo sabemos. ¡Preguntadle; edad tiene; puede hablar de sí mismo!". La ceguera de los fariseos ante la evidencia de la curación produce temor en la gente. Y aquél que confesaba tener fe en Cristo Mesías era expulsado de la sinagoga. La conversación con los padres del ciego revela la verdad, pero las autoridades religiosas se niegan a aceptarla. Su ceguera es mayor que la evidencia de los hechos. Ellos, que tanto insistían en la observancia de la ley, ahora no quieren aceptar la ley que declara válido el testimonio de dos personas (Jn 8,17).

Juan 9, 24-34: La sentencia final de los fariseos con respecto a Jesús

Llaman de nuevo al ciego y le dicen: "Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador". En este caso: "dar gloria a Dios" significaba: "¡Pide perdón por la mentira que hace poco has dicho!". El ciego había dicho: "¡Es un Profeta!" Según los fariseos debiera haber dicho: "¡Es un pecador!" Pero el ciego es inteligente. Y responde: "Si es un pecador no lo sé. Sólo sé una cosa; que yo antes era ciego y ahora veo!" ¡Contra este hecho no hay argumentos! De nuevo los fariseos preguntan: "¿Qué hizo contigo?¿Cómo te abrió los ojos?" El ciego responde con ironía: "Os lo he dicho ya. ¿Es que queréis también vosotros haceros discípulos suyos?" Entonces le insultaron y le dijeron: "Tú eres discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios; pero ése no sabemos de dónde es". Con fina ironía, de nuevo el ciego responde: "Eso es lo extraño: que vosotros no sepáis de dónde es y que me haya abierto a mí los ojos". "Si ése no fuese de Dios, no podría hacer nada". Ante la ceguera de los fariseos, crece en el ciego la luz de la fe. Él no acepta el razonamiento de los fariseos y confiesa que Jesús viene del Padre. Esta profesión de fe le causa la expulsión de la sinagoga. Lo mismo sucedía en las comunidades cristianas de finales del primer siglo. Aquél que profesaba la fe en Jesús debía romper cualquier lazo de unión familiar y comunitario. Así sucede hoy también: aquél o aquélla que decide ser fiel a Cristo corre el peligro de ser excluido.

Juan 9,35-38: La conducta de fe del ciego delante de Jesús

Jesús no abandona a áquel que es perseguido por su causa. Cuando se entera de que lo han expulsado, se encuentra con el hombre, lo ayuda a dar otro paso, invitándolo a asumir su fe y le pregunta: "¿Tú crees en el Hijo del Hombre?" Y él le responde: ¿Y quién es, Señor, para que yo crea en él? Jesús le dice: "Tú lo has visto; el que está hablando contigo, ése es". El ciego exclama: "¡Creo, Señor!" Y se postró ante él. La conducta de fe del ciego delante de Jesús es de absoluta confianza y total aceptación. Acepta todo de parte de Jesús. Y es ésta la fe que sustentaba a las comunidades cristianas del Asia Menor hacia finales del siglo primero, y que nos sostiene hasta hoy.

Juan 9,39-41: Una reflexión final

El ciego que no veía, acaba viendo mejor que los fariseos. Las comunidades del Asia Menor que antes eran ciegas, descubren la luz. Los fariseos que pensaban ver correctamente, son más ciegos que el ciego de nacimiento. Encerrados en la vieja observancia, mienten cuando dicen que ven. ¡No hay peor ciego que el que no quiere ver!

c) Prolongando la visión:

- Los Nombres y Títulos que Jesús recibe

A lo largo de la narración de la curación del ciego, el evangelista registra varios títulos, adjetivos y nombres, que Jesús recibe de las más variadas personas: de los discípulos, del mismo evangelista, del ciego, de los fariseos, de Él mismo. Este modo de describir los hechos de la vida de Jesús formaba parte de la catequesis de la época. Era una forma de ayudar a las personas a aclarar las propias ideas respecto a Jesús y a definirse ante Él. Veamos algunos de estos nombres, adjetivos y títulos. La lista indica el crecimiento del ciego en la fe y cómo se aclara su visión.

* Rabbí (maestro) (Jn 9,1): los discípulos
* Luz del mundo (Jn 9,5): Jesús
* Enviado (Jn 9,7): el Evangelista
* Hombre (Jn 9,11): el ciego curado
* Jesús (Jn 9,11): el ciego curado
* No viene de Dios (Jn 9,16): algunos fariseos
* Profeta (Jn 9,17): el ciego curado
* Cristo (Jn 9, 24): el pueblo
* Pecador (Jn 9,24): algunos fariseos
* No sabemos de dónde es (Jn 9,31): el ciego curado
* Religioso (Jn 9,31): el ciego curado
* Hace la voluntad de Dios (Jn 9,31): el ciego curado
* Hijo del Hombre (Jn 9,35): Jesús
* Señor (Jn 9,36): el ciego curado
* ¡Creo, Señor! (Jn 9,38): el ciego curado

- El Nombre: "YO SOY"

Para revelar el significado profundo de la curación del ciego, el Cuarto Evangelio recuerda la frase de Jesús: "Yo soy la luz del mundo" (Jn 9,5). En otros diversos lugares, en respuesta a las preguntas que las personas hacen, incluso hoy, con respecto a Jesús: "¿Quién eres tú?" (Jn 8,25) o "¿Quién crees que eres?" (Jn 8,53), el evangelio de Juan repite esta misma afirmación: "YO SOY":

*Yo soy el pan de vida (Jn 6,34-48)
* Yo soy el pan bajado del cielo (Jn 6,51)
* Yo soy la luz del mundo (Jn 8,12; 9,5)
* Yo soy la puerta (Jn 10, 7.9)
* Yo soy el buen Pastor (Jn 10,11,25)
* Yo soy la resurrección y la vida (Jn 11,25)
* Yo soy el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6)
* Yo soy la vid (Jn 15,1)
* Yo soy rey (Jn (18,37)
* Yo soy (Jn 8,24.27.58)

Esta auto-revelación de Jesús llega a su culmen en la conversación con los judíos, en la que Jesús afirma: "Cuando levantéis en alto al Hijo del Hombre entonces conoceréis que YO SOY" (Jn 8,27). El nombre Yo soy es lo mismo que Yahvé, nombre que Dios se da en el Éxodo, expresión de su presencia liberadora entre Jesús y el Padre (Ex 3,15). La repetida afirmación YO SOY revela la profunda identidad entre Jesús y el Padre. El rostro de Dios resplandece en Jesús de Nazaret: "¡Quien me ve, ve al Padre!" (Jn 14,9)

6. Oración: Salmo 117 (116)

Un resumen de la Biblia en una oración
¡Aleluya!
¡Alabad a Yahvé, todas las naciones,
ensalzadlo, pueblos todos!
Pues sólido es su amor hacia nosotros,
la lealtad de Yahvé dura para siempre.

7. Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.



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Orden de Predicadores

Orden de Predicadores

¡Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz!

\ Comentario bíblico

Está viendo el comentario bíblico de: Fr. Gerardo Sánchez Mielgo

Primera lectura: (1Samuel 16,1b.6-7.10-13ª).

Marco: La lectura se centra en el acontecimiento de la unción de David. Saúl fue ungido Rey por Dios por medio de su profeta Samuel. Pero no respondió en fidelidad. Samuel decide ungir a otro, a David. La lectura de este domingo hay que entenderla en este marco.

Reflexión

¡Gloria y fracaso de la monarquía en Israel! Sabemos que la historia recogida en la Biblia está muy interpretada teológicamente. Por eso es muy difícil saber todos los detalles que provocaron la situación. Pero hay que tenerla en cuenta si queremos entender bien el fragmento. La historia de la salvación debe ser tomada en toda su seriedad como historia, que es humana sujeta a todas las debilidades, flaquezas y grandezas de lo humano; y por otra parte, es una historia de la salvación, es decir, que la dirige secretamente Dios, que es el Señor de la historia, para llevar adelante su proyecto salvador. ¡David, el rey ideal! David supo llevar adelante la institución utilizando toda su prudencia y su astucia. En este marco histórico aparece la figura del profeta que sanciona de parte de Dios una realidad histórica. David es ungido por el profeta. Es entrañable la dramatización literaria de la escena: son siete hermanos, pero Dios elige al menor, el más joven, al pequeño. Detrás de la presentación literaria hay una realidad teológica de valor y de importancia. El detalle de elegir al pequeño aparece frecuentemente en la historia de la salvación. Dios ama a los pequeños, a los pobres, y les elige para llevar adelante su plan de salvación.

Segunda lectura: Efesios 5,8-14.

Marco: El autor aborda el tema de la unidad de la Iglesia, puesta en peligro. En los capítulos 4, 5 y 6 el autor trata los temas de la unidad de la Iglesia, la vida nueva en Cristo, la moral familiar y el combate al que ha de estar preparados los creyentes.

Reflexiones

¡Procedencia de los cristianos de Éfeso! Los destinatarios de la carta a los Efesios pertenecieron al paganismo. Han sido el resultado de la evangelización cristiana, ya que no pertenecían al pueblo de Dios. Este pueblo estaba en la luz porque Dios habitaba en medio de él. Los judíos se gloriaban de que la Toráh es luz para los hombres. Los paganos, vivían en las tinieblas. Estos pensamientos dependen del dualismo mitigado que utiliza Pablo en sus cartas, al igual que lo hace la escuela joánica, es decir, dividir a los hombres en dos categorías: los que son de arriba y los que son de abajo, los que pertenecen al ámbito de la carne y los que pertenecen al ámbito del espíritu, los que viven en la luz y los que viven en tinieblas. El autor de la Carta a los Efesios recoge y sigue esta misma forma de expresión. Por tanto, estas palabras han de ser leídas y ofrecidas como el don de la luz que Dios ofrece a todos los hombres que vienen a este mundo (Jn 1). ¡El compromiso de una vida cristiana coherente! La respuesta al don gratuito es comprometerse en una vida coherente con la fe. Las actitudes de los creyentes en medio del mundo han de ser la expresión visible de la luz. Pablo recuerda en sus escritos hasta 50 actitudes positivas (o virtudes) diferentes y otras tantas de carácter negativo (o vicios). Abarca todos los ámbitos en que se desarrolla la vida del creyente.

Evangelio: (Juan 9,1-41).

Marco: Jn 9-10 constituye un conjunto con un único tema central: Jesús es la luz del mundo. Y, como todos los episodios, se construye con un signo y discursos que desarrollan lo apuntado en el signo. El signo milagroso es la curación de un ciego de nacimiento. El discurso se compone de una serie de pequeñas unidades que desarrollan el tema.

Reflexión

¿Es de verda justo y se atreve a quebrantar el sábado? Jesús ha realizado este milagro en día de sábado. Surge una dura discusión y enfrentamiento entre los judíos (fariseos) y Jesús, pero a través del ciego de nacimiento. En un estilo hondamente dramático se plantean varios problemas: ¿cómo es posible que un hombre de Dios quebrante el descanso sabático? En los diálogos se plantean algunos interrogantes: ¿Es verdad que este hombre era ciego? ¿es verdad que se ha realizado el milagro? El ciego es acosado una y otra vez, incluso el recurso a sus padres, para asegurarse del hecho. El ciego responde una y otra vez que él era ciego y ahora ve. El no entiende demasiado los sutiles planteamientos de los juristas judíos. Pero él parte de algo irrefutable: era ciego y ahora ve. ¡El creyente en Jesús sometido a un proceso! El texto es claramente bautismal. La fórmula "abrir los ojos" se utiliza siete veces. El autor joánico quiere expresar que el ciego está "totalmente" curado. La séptima vez (9,32) refleja los tres temas: ceguera, totalidad y pecado están estrechamente unidos. En ese caso la totalidad significa lo siguiente: que el ciego recobra la vista y es purificado también de su pecado. Está ya presto para recibir la iluminación de la fe en Jesús, Hijo del hombre (9,35-37). La misma problemática era ya reconocida a propósito del relato de la curación del enfermo en la piscina de Betzatá (Jn 5).

El camino pedagógico de la fe.

1º) En el camino de la fe el primer paso es el encuentro con el Jesús que vivió realmente entre nosotros. En este encuentro se sustenta todo el proceso que conduce hasta reconocerlo como el Señor. Es necesario hablar, conocer y reconocer al Jesús de la historia para llegar al Señor de la fe. Es la teología de la encarnación en su sentido más auténtico.

2º) El profeta es un hombre que habla en nombre de Dios; un hombre que dice la verdad anunciando una palabra de Dios que denuncia, anuncia y consuela. Es el hombre de la palabra de Dios. La palabra que conduce a los hombres a la más genuina libertad y dignidad como personas y como hijos de Dios (Jn 8,31ss).

3º) Jesús, como nuevo Moisés, viene de Dios y realiza las obras de Dios para la salvación del pueblo y para conducirlo al encuentro con Dios (mediante la alianza y la experiencia pascual de la liberación). ¡Jesús viene de Dios! es una afirmación permanente en el evangelios de Juan. Es necesario insistir en esta consoladora verdad y proclamarla al mundo que nos toca evangelizar.

4º) El Hijo del hombre. Otra forma de expresar la fe mesiánica. Los judíos expulsaron a los cristianos de la sinagoga por confesar que Jesús era el verdadero Mesías. Expulsarlo de la sinagoga equivalía a quedarse en una indefensión total jurídica y socialmente hablando. Porque el judaísmo era una religión permitida por las autoridades romanas. Una verdadera persecución. No se trata de un asunto teórico, sino de un asunto vital.

5º) Creo, Señor. Y le adoró. La meta de la fe es el reconocimiento de que el hombre llamado Jesús es el Señor, Dios volcándose en la salvación de los hombres. El Señor de la historia. El que da sentido pleno al ser humano abriéndole el camino de la trascendencia a partir de la humanidad. Y le adoró porque le reconoció como Señor. Un acto de fe como el de Tomás al final del evangelio: ¡Señor mío y Dios mío!

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)

Este comentario está incluido en el libro: La Palabra fuente de vida. Ciclo A. Editorial San Esteban, Salamanca 2004.



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El Señor es mi pastor, nada me falta

Lectura del primer libro de Samuel 16,1b.6-7.10-13a:

En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: «Llena la cuerna de aceite y vete, por encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque entre sus hijos me he elegido un rey.»
Cuando llegó, vio a Eliab y pensó: «Seguro, el Señor tiene delante a su ungido.»
Pero el Señor le dijo: «No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón.»
Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo: «Tampoco a éstos los ha elegido el Señor.»
Luego preguntó a Jesé: «¿Se acabaron los muchachos?»
Jesé respondió: «Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas.» 
Samuel dijo: «Manda por él, que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue.»
Jesé mandó a por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y buen tipo. 
Entonces el Señor dijo a Samuel: «Anda, úngelo, porque es éste.»
Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante.


Sal 22,1-3a.3b-4.5.6 R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor, nada me falta: 
en verdes praderas me hace recostar, 
me conduce hacia fuentes tranquilas 
y repara mis fuerzas. 

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

Me guía por el sendero justo, 
por el honor de su nombre. 
Aunque camine por cañadas oscuras, 
nada temo, porque tú vas conmigo: 
tu vara y tu cayado me sosiegan. 

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta


Preparas una mesa ante mí, 
enfrente de mis enemigos; 
me unges la cabeza con perfume, 
y mi copa rebosa. 

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta


Tu bondad y tu misericordia 
me acompañan todos los días de mi vida, 
y habitaré en la casa del Señor 
por años sin término. 

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5,8-14:

En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz –toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz–, buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas. Pues hasta da vergüenza mencionar las cosas que ellos hacen a escondidas. Pero la luz, denunciándolas, las pone al descubierto, y todo lo descubierto es luz. Por eso dice: «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.»


Lectura del santo evangelio según san Juan 9,1.6-9.13-17.34-38:

En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).»
Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ése el que se sentaba a pedir?»
Unos decían: «El mismo.»
Otros decían: «No es él, pero se le parece.»
Él respondía: «Soy yo.»
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.
Él les contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo.»
Algunos de los fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.»
Otros replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?»
Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?»
Él contestó: «Que es un profeta.»
Le replicaron: «Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?»
Y lo expulsaron. 
Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?»
Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?»
Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.»
Él dijo: «Creo, Señor.» Y se postró ante él.


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¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!

Lecturas del 29-3-14 (Sábado de la Tercera Semana de Cuaresma)

 
SANTORAL: Beato Raimundo Lulio
 
 
Lectura de la profecía de Oseas 6, 1-6
 
 «Vengan, volvamos al Señor : él nos ha desgarrado, pero nos sanará; ha golpeado, pero vendará nuestras heridas. Después de dos días nos hará revivir, al tercer día nos levantará, y viviremos en su presencia. Esforcémonos por conocer al Señor : su aparición es cierta como la aurora. Vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia de primavera que riega la tierra.»
 ¿Qué haré contigo, Efraím? ¿Qué haré contigo, Judá? Porque el amor de ustedes es como nube matinal, como el rocío que pronto se disipa. Por eso los hice pedazos por medio de los profetas, los hice morir con las palabras de mi boca, y mi juicio surgirá como la luz. Porque yo quiero amor y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos.
 
Palabra de Dios.
 

SALMO Sal 50, 3-4. 18-19. 20-21ab (R.: Os 6,6)
 
R. Quiero amor y no sacrificios.
 
 íTen piedad de mí, Señor, por tu bondad, 
 por tu gran compasión, borra mis faltas! 
 íLávame totalmente de mi culpa 
 y purifícame de mi pecado!  R.
 
 Los sacrificios no te satisfacen;
 si ofrezco un holocausto, no lo aceptas: 
 mi sacrificio es un espíritu contrito, 
 tú no desprecias el corazón contrito y humillado.  R.
 
 Trata bien a Sión, Señor, por tu bondad;
 reconstruye los muros de Jerusalén.
 Entonces aceptarás los sacrificios rituales 
 -las oblaciones y los holocaustos-.  R.
 
 
X Lectura del santo Evangelio según san Lucas 18, 9-14
 
 Refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola: 
 «Dos hombres subieron al Templo para orar; uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba así: "Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas." 
 En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "íDios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!." 
 Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado.»
 
Palabra del Señor.

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jueves, 27 de marzo de 2014

Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón

Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón

I. Contemplamos la Palabra

Lectura de la profecía de Oseas 14,2-10

Así dice el Señor: «Israel, conviértete al Señor Dios tuyo, porque tropezaste por tu pecado. Preparad vuestro discurso, volved al Señor y decidle: Perdona del todo la iniquidad, recibe benévolo el sacrificio de nuestros labios. No nos salvará Asiria, no montaremos a caballo, no volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras manos. En ti encuentra piedad el huérfano." Yo curaré sus extravíos, los amaré sin que lo merezcan, mi cólera se apartará de ellos. Seré para Israel como rocío, florecerá como azucena, arraigará como el Líbano. Brotarán sus vástagos, será su esplendor como un olivo, su aroma como el Líbano. Vuelven a descansar a su sombra: harán brotar el trigo, florecerán como la viña; será su fama como la del vino del Líbano. Efraín, ¿qué te importan los ídolos? Yo le respondo y le miro: yo soy como un ciprés frondoso: de mí proceden tus frutos. ¿Quién es el sabio que lo comprenda, el prudente que lo entienda? Rectos son los caminos del Señor: los justos andan por ellos, los pecadores tropiezan en ellos.»

Sal 80 R/. Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz

Oigo un lenguaje desconocido:
«Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta.
Clamaste en la aflicción, y te libré. R/.

Te respondí oculto entre los truenos,
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;
¡ojalá me escuchases, Israel! R/.

No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué del país de Egipto. R/.

¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!:
te alimentaría con flor de harina,
te saciaría con miel silvestre.» R/.

Lectura del santo evangelio según san Marcos 12, 28b-34

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: - «¿Qué mandamiento es el primero de todos?» Respondió Jesús: - «El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser. " El segundo es éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento mayor que éstos.» El escriba replicó: - «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.» Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: - «No estás lejos del reino de Dios.» Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

II. Oramos con la Palabra

CRISTO, veo claro lo importante que es estar a la escucha de tu Palabra de vida. Tú dices que el primer mandamiento es: "Escucha, Israel..., amarás al Señor tu Dios...". El amor y la amistad se manifiestan en el diálogo mutuo. Por eso cada día leo tu Palabra, te contesto con mi oración y espero que vaya fortaleciéndose nuestra amistad. ¡Quiero ser tu amigo!


III. Compartimos la Palabra

Oseas nos habla hoy de lo distinta que es la conducta de Dios y la nuestra. Nosotros somos infieles; Dios, dándose cuenta, perdona y, si en algún momento castiga, no es por herir sino para que el hombre recapacite más fácilmente y se convierta. Pero, Oseas llega a decir esto mismo no ya con palabras, sino con su vida, perdonando la infidelidad de su esposa y readmitiéndola en el hogar.

Jesús continúa en el Evangelio la idea de Oseas, colocando el amor como lo primero y la culminación de la Ley entera. Lo hace contestando a un letrado que le pregunta qué mandamiento es el primero de todos.

  •  "Nadie tiene el monopolio del Reino"

"No estás lejos del Reino de Dios", dice Jesús al letrado, viendo su interés por lo recto y lo prioritario. Al joven rico, que fue a él también con buena voluntad, acabó diciéndole: "Vete, vende lo que tienes… y sígueme". En ambos casos se da por supuesto que aquellos buscadores de verdad y perfección conocen y cumplen la Ley. Pero, en ambos casos también, Jesús les dice que no basta, que todavía no han llegado. Y les anima a seguirle y entrar en el Reino de Dios.

También nosotros, buscadores de lo auténtico y cumplidores de nuestras obligaciones, tenemos el peligro de pensar que ya estamos en el Reino. Más todavía, que el Reino nos pertenece, es nuestro. Y nos vendría bien una cierta cura de humildad y recibir como dichas para nosotros las palabras de Jesús: "No estás lejos del Reino de Dios".

Pero, todavía no. Nadie puede decir que ha llegado al Reino hasta el final. Mientras estamos de camino, lo vislumbramos, podemos otear su contorno, y, si somos sinceros y honrados, podemos también reconocer que nos faltan matices, que hay valores y actitudes que esperamos llegar a que sean una realidad en nosotros. También en esto todos tenemos algo del "homo viator", siempre en camino, siempre esperando y, sobre todo, siempre confiando.

  •  "Mejor que todos los holocaustos y sacrificios"

Los holocaustos y sacrificios están bien; ir a misa, hacer la Novena a la Santa Patrona, ir de romería al Santuario donde siempre hemos ido… está bien. Está muy bien cuando es resultado y efecto del amor a Dios y al prójimo. Porque, como muy bien dice el letrado, estos valen más que todos los holocaustos y sacrificios. Pero, si faltara este amor, en ambas vertientes, aquellos no servirían gran cosa. Se trata de armonizar nuestra espiritualidad con la luz del Espíritu Santo. Se trata de absolutizar sólo a Dios y a lo teologal; y, en su comparación, relativizar todo lo demás. Dos cosas aparentemente chocantes:

¿Es el amor un mandamiento? ¿Amar por decreto? Pues sí. Según Jesús el primero de los mandamientos. ¿Entonces el amor no es un acto deliberado, espontáneo y libre? Todo depende de qué entendemos por amor, ya que con esta palabra se puede uno referir al egoísmo más inhumano y a la entrega más bondadosa y compasiva. Jesús se refiere al amor "samaritano" y al amor "filial" a su Padre, Dios.

Choca también de entrada que el letrado pregunte por el primer mandamiento y que Jesús conteste con el segundo, equiparándolo –semejante- al primero. O sea, que "amar al prójimo" es semejante a "amar a Dios". Y, por si quedaban dudas, oigamos a San Juan: "Si alguno dice "Amo a Dios", y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve" (I Jn 4,20-21). Como si el amor al hermano validara y, en ese sentido, estuviera por delante, del amor a Dios.

Fray Hermelindo Fernández RodríguezFray Hermelindo Fernández Rodríguez
La Virgen del Camino

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miércoles, 26 de marzo de 2014

Glorifica al Señor, Jerusalén

Lecturas del 26-3-14 (Miércoles de la Tercera Semana de Cuaresma)

 
SANTORAL:  San Braulio
 
 
Lectura del libro del Deuteronomio 4, 1. 5-9
 
 Moisés habló al pueblo, diciendo:
«Y ahora, Israel, escucha los preceptos y las leyes que yo les enseño para que las pongan en práctica. Así ustedes vivirán y entrarán a tomar posesión de la tierra que les da el Señor, el Dios de sus padres.
Tengan bien presente que ha sido el Señor, mi Dios, el que me ordenó enseñarles los preceptos y las leyes que ustedes deberán cumplir en la tierra de la que van a tomar posesión. Obsérvenlos y pónganlos en práctica, porque así serán sabios y prudentes a los ojos de los pueblos, que al oír todas estas leyes, dirán: "íRealmente es un pueblo sabio y prudente esta gran nación!."
¿Existe acaso una nación tan grande que tenga sus dioses cerca de ella, como el Señor, nuestro Dios, está cerca de nosotros siempre que lo invocamos? ¿Y qué gran nación tiene preceptos y costumbres tan justas como esta Ley que hoy promulgo en presencia de ustedes?
Pero presta atención y ten cuidado, para no olvidar las cosas que has visto con tus propios ojos, ni dejar que se aparten de tu corazón un solo instante. Enséñalas a tus hijos y a tus nietos.»
 
Palabra de Dios.
 

SALMO Sal 147, 12-13. 15-16. 19-20 (R.: 12a)
 
R. ¡Glorifica al Señor, Jerusalén!
 
 ¡Glorifica al Señor, Jerusalén, 
 alaba a tu Dios, Sión! 
 El reforzó los cerrojos de tus puertas 
 y bendijo a tus hijos dentro de ti.  R.
 
 Envía su mensaje a la tierra, 
 su palabra corre velozmente;
 reparte la nieve como lana 
 y esparce la escarcha como ceniza.  R.
 
 Revela su palabra a Jacob, 
 sus preceptos y mandatos a Israel: 
 a ningún otro pueblo trató así 
 ni le dio a conocer sus mandamientos.  R.
 
 
 
X Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 17-19
 
Jesús dijo a sus discípulos:
«No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. 
El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.»
 
Palabra del Señor.

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martes, 25 de marzo de 2014

La Encarnación del Hijo de Dios.

Lectio Divina: martes, 25 Marzo, 2014
Tiempo de Cuaresma
 

1. Oración inicial
Padre misericordioso, envíame también a mí, en este tiempo de oración y de escucha de tu Palabra, tu ángel santo, para yo pueda recibir el anuncio de la salvación y, abriendo el corazón, pueda ofrecer mi sí al Amor. Envía sobre mí, te ruego, tu Espíritu Santo, como sombra que me cubra, como potencia que me llene. Hasta ahora, oh Padre, yo no quiero decirte otra cosa que mi sí; decirte: "He aquí, que estoy aquí por ti. Haz de mí lo que quieras. "Amén.

2. Lectura
a) Para colocar el pasaje en su contexto:
El pasaje de la anunciación nos conduce del templo, espacio sagrado por excelencia, a la casa, a la intimidad del encuentro personal de Dios con su criatura; nos conduce dentro de nosotros mismos, al profundo de nuestro ser y de nuestra historia, allá donde Dios puede llegar y tocarnos. El anuncio del nacimiento de Juan el Bautista había abierto el seno estéril de Isabel, deshaciendo la absoluta impotencia del hombre y transformándola en capacidad de obrar junto con Dios. El anuncio del nacimiento de Jesús, por el contrario, llama a la puerta del seno fructífero de la "Llena de Gracia" y espera respuesta: es Dios que espera nuestro sí, para poder obrar todo.

b) Para ayudar en la lectura del pasaje:
vv.26-27: Estos dos primeros versículos nos colocan en el tiempo y el espacio sagrados del acontecimiento que meditamos y que reviven en nosotros: estamos en el sexto mes de la concepción de Juan Bautista y estamos en Nazaret, ciudad de Galilea, territorio de los alejados e impuros.. Aquí ha bajado Dios para hablarle a una virgen, para hablar a nuestro corazón.
Nos vienen presentados los personajes de este acontecimiento maravilloso: Gabriel, el enviado de Dios, una joven mujer de nombre María y su esposo José, de la casa real de David. También nosotros somos acogidos a esta presencia, estamos llamados a entrar en el misterio.
v.28-29: Son las primerísimas frases del diálogo de Dios con su criatura. Pocas palabras, apenas un suspiro, pero palabras omnipotentes, que turban el corazón, que ponen profundamente en discusión la vida, los planes, las esperanzas humanas. El ángel anuncia el gozo, la gracia y la presencia de Dios; María queda turbada y se pregunta de dónde le pueda venir a ella todo esto. ¿De dónde un gozo tal? ¿Cómo una gracia tan grande que puede cambiar incluso el ser?
v.30-33: Estos son los versículos centrales del pasaje: y la explosión del anuncio, la manifestación del don de Dios, de su omnipotencia en la vida del hombre. Gabriel. el fuerte, habla de Jesús: el rey eterno, el Salvador, el Dios hecho niño, el Omnipotente humilde. Habla de María, de su seno, de su vida que ha sido elegida para dar entrada y acogida a Dios en este mundo y en cualquier otra vida. Dios comienza, ya aquí, a hacerse vecino, a llamar. Está en pie, espera, junto a la puerta del corazón de María; pero también aquí, en nuestra casa, junto a nuestro corazón….
v.34: María ante la propuesta de Dios, se deja manejar por una completa disposición; revela su corazón, sus deseos. Sabe que para Dios lo imposible es realizable, no tiene la mínima duda, no endurece su corazón ni su mente, no hace cálculos; quiere solamente disponerse plenamente, abrirse, dejarse alcanzar de aquel toque humanamente imposible, pero ya escrito, ya realizado en Dios. Pone delante de Él, con un gesto de purísima pobreza, su virginidad, su no conocer varón; es una entrega plena, absoluta, desbordante de fe y abandono. Es la premisa del sí.
v. 35-37: Dios, humildísimo responde; la omnipotencia se inclina sobre la fragilidad de esta mujer, que somos cada uno de nosotros. El diálogo continúa, la alianza crece y se refuerza. Dios revela el cómo, habla del Espíritu Santo, de su sombra fecundante, que no viola, no rompe, sino conserva intacta. Habla de la experiencia humana de Isabel, revela otro imposible convertido en posible; casi una garantía, una seguridad. Y después, la última palabra, ante la cual es necesario escoger: decir sí o decir no; creer o dudar, entregarse o endurecerse, abrir la puerta o cerrarla. "Nada es imposible para Dios"
V.38: Este último versículo parece encerrar el infinito. María dice su "He aquí" se abre, se ofrece a Dios y se realiza el encuentro, la unión por siempre. Dios entra en el hombre y el hombre se convierte en lugar de Dios: son las Bodas más sublimes que se puedan jamás realizar en esta tierra. Y sin embargo el evangelio se cierra con una palabra casi triste, dura: María queda sola, el ángel se va. Queda, sin embargo, el sí pronunciado por María a Dios y su Presencia; queda la verdadera Vida.

c) El texto:
Al sexto mes envió Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y, entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se conturbó por estas palabras y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande, se le llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin. María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y se le llamará Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez y este es ya el sexto mes de la que se decía que era estéril, porque no hay nada imposible para Dios.» Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel, dejándola, se fue.

3. Un momento de silencio orante
He leído y escuchado las palabras del evangelio. Estoy en silencio…Dios está aquí, a la puerta, y pide asilo, precisamente a mí, a mi pobre vida….

4. Algunas preguntas
a) El anuncio de Dios, su ángel, entra en mi vida, ante mí y me habla. ¿Estoy preparado para recibirlo, para dejarle espacio, para escucharlo con atención?
b) Enseguida recibo un anuncio desconcertante; Dios me habla de gozo, de gracia, de presencia. Precisamente las cosas que yo estoy buscando desde hace tanto tiempo, de siempre. ¿Quién me podrá hacer verdaderamente feliz?¿Quiero fiarme de su felicidad, de su presencia?
c) Ha bastado un poco, apenas un movimiento del corazón, del ser; Él ya se ha dado cuenta. Ya me está llenando de luz y amor. Me dice: "Has encontrado gracia a mis ojos". ¿Agrado yo a Dios? ¿Él me encuentra amable? Sí, así es. ¿Por qué no lo hemos querido creer antes?¿Por qué no lo he escuchado?
d) El Señor Jesús quiere venir a este mundo también a través de mí; quiere acercarse a mis hermanos a través de los senderos de mi vida, de mi ser. ¿Podré estropearle la entrada?¿Podré rechazarlo, tenerlo lejano?¿Podré borrarlo de mi historia de mi vida?

5. Una clave de lectura
Algunas palabras importantes y fuertes que resuenan en este pasaje del evangelio

¡Alégrate!
Verdaderamente es extraño este saludo de Dios a su criatura; parece inexplicable y quizás sin sentido. Y sin embargo, ya desde siglos resonaba en las páginas de las divinas Escrituras y, por consiguiente, en los labios del pueblo hebreo. ¡Gózate, alégrate, exulta! Muchas veces los profetas habían repetido este soplo del respiro de Dios, habían gritado este silencioso latido de su corazón por su pueblo, su resto. Lo leo en Joel: "No temas, tierra, sino goza y alégrate, porque el Señor ha hecho cosas grandes…."(2,21-23); en Sofonías: "Gózate, hija de Sion, exulta, Israel, y alégrate con todo el corazón, hija de Jerusalén! El Señor ha revocado tu condena" (3,4); en Zacarías: "Gózate, exulta hija de Sion porque, he aquí, que yo vengo a morar en medio de ti, oráculo del Señor" (2,14). Lo leo y lo vuelvo a escuchar, hoy, pronunciado también sobre mi corazón, sobre mi vida; también a mí se me anuncia un gozo, una felicidad nueva, nunca antes vivida. Descubro las grandes cosas que el Señor ha hecho por mí; experimento la liberación que viene de su perdón, yo no estoy ya condenado, sino agraciado, para siempre; vivo la experiencia de la presencia del Señor junto a mí, en mí. Sí, Él ha venido a habitar entre nosotros; Él está de nuevo plantando su tienda en la tierra de mi corazón, de mi existencia. Señor, como dice el salmo, Tú te gozas con tus criaturas (Sal 104, 31) y también yo me gozo en ti; mi gozo está en ti (Sal 104, 34).

El Señor está contigo
Estas palabras tan simples, tan luminosas, dicha por el ángel a María, encierra una fuerza omnipotente; me doy cuenta que bastaría, por sí sola, a salvarme la vida, a levantarme de cualquier caída o fallo, de cualquier error. El hecho de que Él, mi Señor, está conmigo, me sostiene en vida, me vuelve animoso, me da confianza para continuar existiendo. Si yo existo, es porque Él está conmigo. Quizás pueda valer para mí la experiencia que la Escritura cuenta de Isaac, al cual le sucedió la cosa más bella que se puede desear a un hombre que cree en Dios y lo ama; un día se le acerca a él Abimelech con sus hombres, diciéndole; "Hemos visto que el Señor está contigo" (Gén 26, 28) y pidiendo que se hicieran amigos, que se hiciera un pacto. Quisiera que también de mí se dijera la misma cosa; quisiera poder manifestar que el Señor verdaderamente está en mí, dentro de mi vida, en mis deseos, mis afectos, mis gustos y acciones; quisiera que otros pudieran encontrarlo por mi mediación. Quizás, por esto, es necesario que yo absorba su presencia, que lo coma y beba.
Me voy a la escuela de la Escritura, leo y vuelvo a leer algunos pasajes en la que la voz del Señor me repite esta verdad y, mientras Él me habla, me voy cambiando, me siento más habitado. "Permanece en este país y yo estaré contigo y te bendeciré" (Gén 26,3). "Después el Señor comunicó sus órdenes a Josué , hijo de Nun, y le dijo: "Sé fuerte y ten ánimo, porque tu introducirás a los Israelitas en el país que he jurado darles, y yo estaré contigo" (Dt 31,23). "Lucharán contra ti pero no prevalecerán, porque yo estaré contigo para salvarte y liberarte" (Jer 15,20). "El ángel del Señor aparece a Gedeón y le dice: "¡El Señor es contigo, hombre fuerte y valeroso!" (Jue 6,12). "En aquella noche se le apareció el Señor y le dijo: Yo soy el Dios de Abrahán tu padre, no temas porque yo estoy contigo. Te bendeciré y multiplicaré tu descendencia por amor a Abrahán, mi siervo" ("Gén 26,24). He aquí que yo estoy contigo y te protegeré a donde quieras que vayas; luego te haré regresar a este país, porque no te abandonaré sin hacer todo lo que te he dicho" (Gén 28,15) "No temas porque yo estoy contigo; no te descarríes, porque yo soy tu Dios. Te hago fuerte y acudo en tu ayuda y te sostengo con la diestra victoriosa" (Is 41,10)

No temas
La Biblia se encuentra rebosante de este anuncio lleno de ternura; casi como un río de misericordia esta palabra recorre todos los libros sagrados, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Es el Padre que repite a sus hijos que no tengan miedo, porque Él está con ellos, no los abandona, no los olvida, no los deja en poder del enemigo. Es como si fuese una declaración de amor, de corazón a corazón, y llega hasta nosotros. Abrahán ha oído esta palabra y después de él su hijo Isaac, después los patriarcas, Moisés, Josué, David, Salomón y con ellos, Jeremías y todos los profetas. Ninguno está excluido de este abrazo de salvación que el Padre ofrece a sus hijos, también a los más alejados, los más rebeldes. María sabe escuchar profundamente esta palabra y se la cree con fe plena, con absoluto abandono; Ella escucha y cree, acoge y vive también para nosotros. Ella es la mujer fuerte y animosa que se abre a la llegada del Señor, dejando caer todos los miedos, las incredulidades, las negativas. Ella repite este anuncio de Dios dentro de nuestra vida y nos invita a creer con Ella.

Has encontrado gracia
Señor, si he encontrado gracia a tus ojos…". Esta es la plegaria que sale más veces del corazón de hombres y mujeres que buscan refugio en el Señor; de ellos habla la Escritura, los encontramos en las encrucijadas de nuestras calles, cuando no sabemos bien a donde ir, cuando nos sentimos golpeados por la soledad o la tentación, cuando vivimos los abandonos, las traiciones, las desconfianzas que pesan sobre nuestra existencia. Cuando no tenemos a nadie y no logramos ni siquiera encontrarnos a nosotros mismo, entonces también nosotros, como ellos, nos ponemos a rezar repitiendo aquellas palabras: "Señor, si he encontrado gracias a tus ojos…". ¡Cuantas veces quizás las hemos repetido, también solo, en silencio! Pero hoy aquí, en este pasaje evangélico tan sencillo, se nos adelantaron, hemos estado escuchando con anterioridad; ya no necesitamos suplicar, porque ya hemos encontrado todo aquello que estábamos siempre buscando y mucho más. Hemos recibido gratuitamente, hemos sido colmados y ahora rebosamos.

Para Dios nada hay imposible
Hemos llegado casi al final de este recorrido fortísimo de gracia y de liberación; acaba de alcanzarme ahora una palabra que me sacude en lo más profundo. Mi fe está puesta al retortero; el Señor me prueba, me sondea, pone a prueba mi corazón. Lo que el ángel afirma aquí, delante de María, había sido ya proclamado muchas veces en el Antiguo Testamento; ahora alcanza la plenitud, ahora todos los imposibles se realizan; Dios se hace hombre; el Señor se convierte en amigo; el lejano está muy cerca. Y yo, también yo, pequeño y pobre, me hago partícipe de esta inmensidad de gracia; se me dice que también en mi vida lo imposible se convierte en posible. Sólo debo creer, sólo dar mi consentimiento. Pero esto significa dejarse sacudir por la potencia de Dios; entregarme a Él: que me cambia, me libera, me renueva. Nada de esto es imposible. Sí, yo puedo renacer hoy, en este momento, por gracia de su palabra que me ha hablado, que me ha alcanzado hasta el punto más profundo del corazón. Busco y transcribo los pasos de la Escrituras que me repiten esta verdad. Y mientras escribo, "mientras las leo y las pronuncio despacio, masticando cada palabra, lo que ellas dicen se realizan en mí… Génesis 18,14; Job 42,2; Jeremías 32, 17; Jeremías 32, 27; Zacarías 8,6; Mateo 19,26; Lucas 18,27.

Heme aquí
Y ahora no puedo huir, ni evitar la conclusión. Sabía desde el principio que precisamente aquí, dentro de esta palabra, tan pequeña sin embargo, tan llena, tan definitiva, Dios me estaba aguardando. La cita del amor, de la alianza entre Él y yo se había señalado precisamente en esta palabra, apenas un suspiro de su voz. Permanezco aturdido por la riqueza de presencia que siento en este ¡"Heme aquí"!; no debo esforzarme mucho para recordar las innumerables veces que Dios mismo la ha pronunciado primero, la ha repetido. Él es el "Heme aquí" hecho persona, hecho fidelidad absoluta, insustituible. Debería ponerme solamente bajo su onda, sólo encontrar su impronta en los polvos de mi pobreza, de mi desierto; debería sólo acoger su amor infinito que no ha cesado jamás de buscarme, de estar junto a mi, de caminar conmigo, donde quiera que yo he ido. El "Heme aquí" está ya dicho y vivido, es ya verdad. ¡Cuántos, antes que yo y cuántos también hoy, junto a mi! No, no estoy solo. Hago una vez más silencio, me coloco una vez más a la escucha, antes de responder… "¡Heme aquí, heme aquí!" (Is 65,1) repite Dios; "Heme aquí, soy la sierva del Señor", responde María; "Heme aquí, que yo vengo para hacer tu voluntad" (Sal 39,8) dice Cristo.

6. Un momento de oración: Salmo 138
Estribillo: Padre, en tus manos encomiendo mi vida
Tú me escrutas, Yahvé, y me conoces;
sabes cuándo me siento y me levanto,
mi pensamiento percibes desde lejos;
de camino o acostado, tú lo adviertes,
familiares te son todas mis sendas.
Aún no llega la palabra a mi lengua,
y tú, Yahvé, la conoces por entero;
me rodeas por detrás y por delante,
tienes puesta tu mano sobre mí.
Maravilla de ciencia que me supera,
tan alta que no puedo alcanzarla.
¿Adónde iré lejos de tu espíritu,
adónde podré huir de tu presencia?
Si subo hasta el cielo, allí estás tú,
si me acuesto en el Seol, allí estás.
"Porque tú has formado mis riñones,
me has tejido en el vientre de mi madre;
te doy gracias por tantas maravillas:
prodigio soy, prodigios tus obras.
¡Qué arduos me resultan tus pensamientos,
"oh Dios, qué incontable es su suma!
Si los cuento, son más que la arena;
al terminar, todavía estoy contigo.
Sondéame, oh Dios, conoce mi corazón,
examíname, conoce mis desvelos.
Que mi camino no acabe mal,
guíame por el camino eterno.

7. Oración final
Padre mío, tu has bajado hasta mí, me has tocado el corazón, me has hablado, prometiéndome gozo, presencia, salvación. En la gracia del Espíritu Santo, que me ha cubierto con su sombra, también yo junto a María, he podido decirte mi sí, el "Heme aquí" de mi vida por ti. Ahora no me queda nada más que la fuerza de tu promesa, tu verdad: "Concebirás y darás a la luz Jesús". Señor, aquí tienes el seno abierto de mi vida, de mi ser, de todo lo que soy. Pongo todo en tu corazón. Tú, entra, ven, desciende te ruego a fecundarme, hazme generadora de Cristo en este mundo. El amor que yo recibo de ti, en medida desbordante, encuentre su plenitud y su verdad cuando alcance a los hermanos y hermanas que tú pones en mi camino. Nuestro encuentro, oh Padre, sea abierto, sea don para todos; sea Jesús, el Salvador. Amén"

Pasaje de: Curia, Carmelite. "Lectio Divina Marzo 2014 Español." iBooks. 
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Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho.

Lecturas del 25-3-14 (Martes de la Tercera Semana de Cuaresma)

 
SANTORAL: La Anunciación del Señor
 
Lectura del libro del profeta Isaías 7, 10-14; 8, 10c
 
El Señor habló a Ajaz en estos términos: «Pide para ti un signo de parte del Señor, en lo profundo del Abismo, o arriba, en las alturas.» Pero Ajaz respondió: «No lo pediré ni tentaré al Señor.»
Isaías dijo: «Escuchen, entonces, casa de David: ¿Acaso no les basta cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios? Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel. Porque Dios está con nosotros.»
 
Palabra de Dios.
 

SALMO Sal 39, 7-8a. 8b-9. 10 11 (R.: cf. 8a y 9c)
 
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
 
 Tú no quisiste víctima ni oblación;
 pero me diste un oído atento;
 no pediste holocaustos ni sacrificios, 
 entonces dije: «Aquí estoy.  R.
 
 En el libro de la Ley está escrito 
 lo que tengo que hacer: 
 yo amo, Dios mío, tu voluntad, 
 y tu ley está en mi corazón.»  R.
 
 Proclamé gozosamente tu justicia 
 en la gran asamblea;
 no, no mantuve cerrados mis labios, 
 tú lo sabes, Señor.  R.
 
 No escondí tu justicia dentro de mí, 
 proclamé tu fidelidad y tu salvación, 
 y no oculté a la gran asamblea 
 tu amor y tu fidelidad.  R.
 

 
Lectura de la carta a los Hebreos 10, 4-10
 
Hermanos:
Es imposible que la sangre de toros y chivos quite los pecados. Por eso, Cristo, al entrar en el mundo, dijo: 
Tú no has querido sacrificio ni oblación; en cambio, me has dado un cuerpo. No has mirado con agrado los holocaustos ni los sacrificios expiatorios. Entonces dije: Aquí estoy, yo vengo -como está escrito de mí en el libro de la Ley- para hacer, Dios, tu voluntad. 
El comienza diciendo: Tú no has querido ni has mirado con agrado los sacrificios, los holocaustos, ni los sacrificios expiatorios, a pesar de que están prescritos por la Ley. Y luego añade: Aquí estoy, yo vengo para hacer tu voluntad. Así declara abolido el primer régimen para establecer el segundo. 
Y en virtud de esta voluntad quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez para siempre.
 
Palabra de Dios.
 

X Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38
 
El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. 
El ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo.» 
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. 
Pero el Angel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin.» 
María dijo al Angel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?» 
El Angel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios.» 
María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho.» 
 Y el Angel se alejó.
 
Palabra del Señor.

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Vade Retro Satana

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Sal maldito vete con todas tus mentiras porque Dios ha querido que yo sea su Templo